Bases
“El océano es una extensión acuática que ocupa dos tercios del mundo hecho para el hombre, que casualmente carece de branquias.” (Ambrose Bierce)
La Luna carece de fronteras. No somos más que extranjeros en un mundo que no nos pertenece... Con esta premisa se cerró la cumbre de Ginebra, celebrada a instancias de la Sociedad de Naciones. Sin embargo, los tibios resultados de aquella conferencia de paz hace mucho que quedaron obsoletos. Los constantes avances tecnológicos y la rápida expansión humana en la Luna, demostraron que la legislación internacional vigente resultaba insuficiente para resolver los problemas.
Para responder a tal realidad, la Sociedad de Naciones volvió a reunir en una segunda cumbre a los mandatarios más relevantes de su tiempo con el fin de establecer unas zonas de influencia donde cada nación podría consolidar una base permanente sobre suelo lunar. Esto ocurría en el año 2048, casi ochenta años después de celebrarse la primera cumbre. Desde entonces, y hasta la actualidad, las bases humanas sobre la Luna han crecido de manera exponencial, espoleadas principalmente por una competitividad desmedida y una sobreexplotación de los valiosos recursos presentes en el satélite.
**** RECUADRO ****
Bases en la Luna:
Denominación | Nacionalidad | Ubicación | Población |
Kaguya-Hime | Japoneses | Sinus Iridum | 4.000 habitantes |
Mondbasis Reinhard Heydrich | Alemanes y Volksdeutsche* | Mare Imbrium | 11.400 habitantes |
Tranquility Base | Aliados, primordialmente estadounidenses y británicos. | Mare Tranquillitatis | 11.000 habitantes |
Unison | Plurinacional. Base de la Sociedad de Naciones | Polo sur lunar | 9.000 habitantes |
Vostok-Dong | Soviéticos y chinos | Mare Nubium | 7.000 habitantes |
*El término Volksdeutsche (literalmente "perteneciente al pueblo alemán") es utilizado en el III Reich para designar a personas de origen alemán. Por lo general, son núcleos de cultura e idioma alemán en diversas partes de la Europa anexionada al Gran Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Considerados arios, pueden formar parte de las organizaciones políticas nazis y de las fuerzas armadas.
*****FIN DEL RECUADRO*****
Leyes y administración
Aunque la colonización de la Luna se podría considerar hoy como un proceso estable y sostenido, alcanzar este equilibrio no ha sido tarea fácil. Al contrario, ha supuesto todo un reto en el que se han tenido que superar infinidad de obstáculos y solventar enrevesados problemas de índole internacional. Las grandes potencias no sólo han traído consigo sus bases y naves, sino también sus controversias y enemistades consuetudinarias. Por eso, una de las primeras actuaciones de la Sociedad de Naciones fue la redacción de una constitución de obligado cumplimiento por parte de todos los firmantes.
Para ello, se celebró en la entonces primigenia base Unison la I Conferencia sobre Legislación Lunar, a la que acudieron los principales dirigentes de las bases establecidas sobre la Luna en representación de sus respectivas naciones y alianzas.
En esta primera cumbre, no exenta de desavenencias, se ratificó el Tratado Trilateral de Colonización y Explotación Lunar (TTCEL) que se firmara en el año 2048 tras el Incidente Eudoxus. Además, se fijaron zonas de influencia y se estableció el cupo de recursos que se podían explotar. Por último, se acordaba un mayor control por parte de la Sociedad de Naciones sobre la proliferación de armas y naves de guerra.
Aunque todas las naciones ratificaron el tratado, pocas lo cumplieron. Las revisiones periódicas del control de arsenales se llevaron a cabo en las condiciones que establecía el acuerdo. Pero lejos de limitar el uso indiscriminado del armamento, provocó que en las bases proliferaran las instalaciones secretas, colonias alejadas y naves en órbita que desaparecían durante las inspecciones.
Las denuncias por espionaje, contraespionaje, violación de las zonas de influencia y ruptura de acuerdos fueron constantes. Estas acusaciones evidenciaron que establecer una legislación viable sobre suelo lunar iba a resultar una tarea compleja.
Sin embargo, su existencia marca una delgada línea que, a pesar de su fragilidad, sirve de contención para evitar una confrontación abierta entre las principales naciones establecidas sobre suelo lunar. La realidad palmaria es que sin unas normas, aunque fueran flexibles y sujetas a libre interpretación, la convivencia sobre la Luna sería poco menos que imposible y daría lugar no sólo a una guerra abierta que probablemente tendría su repercusión inmediata en la Tierra, sino que además generaría una sobreexplotación de los recursos naturales de la Luna con consecuencias imprevisibles.
Tipos de bases
Desde los primeros y rudimentarios módulos espaciales que se establecieron por primera vez sobre suelo lunar hasta las sofisticadas bases autónomas asentadas de manera estable, ha transcurrido un tiempo considerable no exento de muchas dificultades y desafíos.
En un principio, algunos prototipos experimentales y sondas robóticas manejadas desde la Tierra consiguieron alunizar con éxito iniciando el proceso de colonización lunar. Los primeros módulos lunares apenas permitían la movilidad de los astronautas en pequeños e incómodos cubículos y la falta de gravedad les impedía permanecer mucho tiempo sobre el satélite antes de tener que regresar a la Tierra y ser sustituidos.
Sin embargo, con el tiempo se consiguieron establecer compartimientos de habitabilidad lunar más funcionales y avanzados. Lo que en principio no eran más que rudimentarios módulos hinchables se fueron transformando gradualmente en edificios y construcciones modulares de gran envergadura. Los cargueros orbitales se encargaban de abastecer estas instalaciones primigenias.
De esta perseverancia por controlar las hostiles condiciones ambientales que se dan en la Luna podemos destacar tres tipos de construcciones fundamentales que, en cierta manera, representan las principales fases por las que atravesó la colonización y establecimiento de las bases humanas.
Bases estables de superficie: probablemente es la opción económicamente más viable e inmediata. Consiste en módulos ya montados sobre la Tierra que son desplazados hasta la Luna y unidos a otras construcciones anteriores ya establecidas, de manera que la base gana espacio gradualmente. Estos módulos se construyen con diversas aleaciones sintéticas y espumas metálicas extremadamente resistentes capaces de absorber el impacto de micrometeoritos y basura espacial. No obstante, para mejorar la seguridad de las estructuras, suelen ser soterradas en montículos habilitados o recubiertas por una aleación de regolito procesado que actúa como cubierta de protección. Otras estructuras pueden estar semienterradas o directamente excavadas en el subsuelo lunar.
Bases móviles: aunque han sido pocos los ensayos realizados a este respecto, existen algunas construcciones puntuales que han recurrido a la movilidad como principio. Básicamente consisten en módulos terrestres que son capaces de desplazarse de unas zonas a otras impulsados por un sistema de tracción mecánica. A pesar de su originalidad, las bases móviles son pesadas de desplazar y no justifican su mantenimiento, así que deben permanecer estáticas la mayor parte del tiempo y eso erosiona su sistema de tracción. A pesar de todo, este sistema es empleado en edificaciones puntuales dentro de bases más estables y consolidadas.
Construcciones autóctonas: se trata de una alternativa poco estudiada hasta la fecha y de escasa aceptación entre la comunidad científica, pues consiste en emplear la selenografía y materiales propios del satélite para edificar construcciones y hacerlas habitables. Para ello habría que desarrollar una especie de hormigón lunar atendiendo a los materiales que se pueden hallar en abundancia en la Luna, como el regolito. Este sedimento lunar puede ser transformado mediante un proceso químico en un material resistente y duradero.
Bases subterráneas: hasta la fecha se trata de la opción más costosa y compleja de todas, pero la que reporta mayores beneficios a largo plazo. Al sepultar la base, se protegen los edificios contra posibles impactos de meteoritos y se proporciona un aislamiento seguro contra la radiación. Otra de sus principales ventajas es que una base subterránea queda protegida contra los duros cambios climáticos lunares, que pueden ser de hasta -150º durante los largos periodos de noche o superar los 100º durante las etapas diurnas. Con su soterramiento, las bases obtienen una temperatura media de 25 grados centígrados, similar a la que se da en la Tierra. El principal inconveniente de este tipo de construcciones es su alto coste de cimentación y el tiempo empleado, pues es necesario horadar profundo en el duro suelo lunar antes de edificar en su interior. Sin embargo, a largo plazo redunda en importantes beneficios para la base. Hasta la fecha, ésta es la opción más utilizada por las naciones asentadas sobre suelo lunar.
Zonas de influencia
A pesar de que la Sociedad de Naciones siempre ha mantenido una concepción idealizada del territorio lunar donde imperara la neutralidad y el espacio abierto, lo cierto es que las tensiones y la vorágine colonizadora de las grandes potencias han hecho insostenible que la Luna se mantenga imparcial en el eterno conflicto por la supremacía espacial y se hubo de legislar sobre su reparto territorial.
Eso originó que en el año 2048, a instancias de la Sociedad de Naciones, se celebrara una gran cumbre que fijara unas zonas de influencia claramente delimitadas donde las principales potencias podrían establecer sus bases. A cambio, estas naciones se comprometieron a respetar y mantener su territorio libre de actos beligerantes y sobreexplotación de sus recursos.
Todos los países estuvieron de acuerdo con el nuevo tratado, que se anexaba al antiguo Tratado Trilateral de Exploración y Colonización Espacial (TTECE), pero que se focalizaba en el suelo lunar y establecía unos cupos máximos de explotación. No obstante, dejaba la puerta abierta a nuevas negociaciones y a la posibilidad de añadidos posteriores que dieran respuesta a posibles lagunas legales.
El nuevo anexo del Tratado Trilateral de Colonización y Explotación Lunar quedó ratificado con el reparto fronterizo en las siguientes condiciones:
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Se establecen tres zonas principales de control en la cara visible de la Luna, referidas a las regiones ecuatoriales y ambos polos que, en el momento de su ratificación, son las únicas tecnológicamente habitables.
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El Mare Imbrium (Mar de la Lluvia) y Sinus Iridum (Bahía de Arcoíris) se establecen como zonas de control de Alemania y sus aliados. Sus fronteras limitan al oeste con el Oceanus Procellarum y al norte con los Alpes, que lo separan del Mare Frigoris. Bajo su control quedan los límites de la bahía Sinus Iridum, al noroeste y de Palus Nebularem al Este.
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El Mare Tranquillitatis (Mar de la Tranquilidad) se convierte en zona de influencia y control aliado, fundamentalmente estadounidense, y es establecida allí su mayor base lunar, la Tranquility Base. Bajo su control queda el Palus Somni al este y el Mare Nectaris, al sur, que fue motivo de controversia y queja por parte del resto de naciones.
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El Mare Nubium (Mar de las Nubes) es adjudicado a la Unión Soviética y China. Ambos aliados comparten sus bases, que quedan delimitadas por el Mare Cognitum al norte.
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Los japoneses, aliados de Alemania, instalan una pequeña base logística y científica a los pies del Promontorium Heraclides, en la bahía de Sinus Iridum. Aunque más tarde la convertirán en una base civil y militar estable.
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La zona ocupada por el Mare Serenitatis (Mar de la Serenidad) es designada como zona libre de influencia y se prohíbe su militarización. Esta enorme franja de terreno ejerce la función de zona de exclusión y separación entre las dos grandes potencias que se sitúan sobre el hemisferio norte lunar (cara visible a la Tierra). La Sociedad de Naciones se encarga de gestionar esta enorme franja fronteriza como mejor considere, incluso mandando tropas de contención en épocas de crisis diplomáticas entre los dos grandes bloques. Para ello, establece una base militarizada en esta zona.
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El resto de la cara visible de la Luna, así como la cara no visible, queda bajo gestión de la Sociedad de Naciones. Otros países pueden establecer bases científicas e industriales en estas zonas. También las grandes corporaciones industriales están habilitadas para desarrollar proyectos civiles y tecnológicos en estos espacios, siempre bajo supervisión y autorización expresa de la Sociedad de Naciones.